viernes, 19 de noviembre de 2010

VALLE DEL LOIRA, BLOIS, Y FINALMENTE...PARÍS

Mièrcoles 24 de marzo:

Nuevamente, aquì estamos. Por suerte gozamos del beneficio de WI FI gratuito, lo cual levemente compensa la rabieta que tengo. Pero paso a paso, vamos en orden cronològico del dìa de hoy.

Por la mañana, arrancamos con el petit déjeuner. Gratamente, no resultò ser tan pequeño, sino más bien sorprendentemente gratificante. Habìa crêpes, baguette y pan de molde. Llegamos tarde para el jamòn crudo, pero esa es una de las cosas que no comprendo del viaje: siendo que siempre nos levantamos temprano, llegamos al horario convenido para la apertura, ya sea del desayunador o del bus, siempre, pero siempre, hay ventajeros que llegan antes. Pero ellos no son el problema, sino, como dice mi papà “la culpa no es del chancho….”.

Continuemos con el desayuno, que me quita un poco la bronquita. Podìas encontrar tambièn miel, mermelada de naranja, frambuesa, manteca salada (mmmm, deliciosa), compota de manzanas (en un conveniente envase cerrado, tipo yogurt), infusiones, croissants, “bolleria” con pepitas de chocolate (una especie de croissant cuadrada con chispas de choco), yogures, jugo de manzana y naranja. Muy surtido y no nos quedamos con nada de hambre. Ah, olvidada la ensalada de frutas. Luego de ello, tomamos el micro con destino final Parìs.

En el camino, conocimos el Valle del Loira, donde tuvimos oportunidad de recorrer el pueblito de Blois. Es un sitio encantador, de callecitas zigzagueantes, con edificios muy antiguos en piedra, y tal como me gustan a mí, ventanas altas y finas, techos a la mansarde.
Blois

Allí estaba el castillo, al cual por falta de tiempo no entramos, para tener más tiempo libre para recorrer las callecitas. Baguette de pollo en mano, subimos nuevamente al bus, para el tramo final.
El castillo de Blois
El tràfico para llegar a París es tan caòtico como esperable. Es una gran ciudad, y llegamos a la “hora punta”, como dicen los españoles, razòn por la que fuimos a muy poca velocidad. A la lejanìa, pudimos divisar la Torre Eiffel. Fue un hermoso momento. Debo confesar que, al menos por la noche, la ciudad no nos impactò tanto como esperábamos. Nos relataron tanto sobre la ciudad de la luz, que la falta de ella en muchas de las calles, las bombillas quemadas y la pobre iluminación en otras, nos decepcionò enormemente. Claro està, la torre de noche, con la iluminación propia y las “estrellitas” parpadeantes que prenden (al menos a las 9pm y 10pm) pagan el resto de las faltas.
Necesita presentación? La tour...iluminada!

El tour fue con una guia francesa, que sòlo MONOLOGABA, y no permitìa consultas. Tal es así que infructuosamente intentè en dos ocasiones preguntar si parariamos en el Louvre a fotografiar. La respuesta palmaria la dio el acelerador del chofer, que siguió irremediablemente de largo. El nivel de la visita fue un tanto insultante. A una velocidad incomprensible, con explicaciones a la ligera. Nos dieron exiguos minutos para tomar fotos en la tour, otros 5 en el Arc du Triumph, y por ùltimo en la Plaza Real donde està el Ritz (es algo así como la Plaza Mayor, pero màs pequeña, con estilo de construcciòn a la francesa), terminamos la panoràmica de noche en la prefectura, frente al Sena.
El Arco del Triunfo

Lo que rescato de este tour “ambulanciero” nocturno, es que te hace reflexionar sobre lo HERMOSA que es Buenos Aires de noche, sumamente iluminada, al menos la parte donde pasean los turistas, que es el similar a lo que nosotros recorrimos anoche en la excursión. Puedo decirles que, si bien escuchamos innumerables ocasiones que Baires es como Madrid, ambos hemos coincidido en que Buenos Aires es màs parisina que Madrileña. Se parece muchìsimo en los monumentos, grandes edificios, y construcciones de la parte històrica (Congreso, Recoleta, etc).
Corolario: Parìs es hermosa, pero a valorar lo nuestro tambièn!

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