miércoles, 1 de diciembre de 2010

MUNICH (Alemania) - INNSBRUCK (Austria)

Domingo 28:

El hotel de Alemania –Heildelberg-, resultó muy confortable y lindo. Al igual que en el resto, no habìa bidet (jaja), pero sí Internet en el lobby (sólo 30 minutos).

Por la mañana, nos dieron el desayuno al estilo alemàn, repleto de fiambres y quesos, muchos tipos de yogures, panes, fruta, etc.

Al terminar el desayuno, partimos con rumbo a Austria. En el recorrido, habíamos contratado una excursión a Munich. Luego de mucho andar, llegamos a esa ciudad. Para ser franca, respecto de lo conocido anteriormente, me resultó una arquitectura muy austera, y tal como esperaba, un poco gélida. Dentro del recorrido, estaba programada una visita al Palacio de las Ninfas, un edificio de màs de 700 metros de frente, donde hoy habita un duque, puesto que la monarquia fue abolida hace ya mucho tiempo. El sitio, al parecer, es propiedad del estado hoy día, y tiene el uso exclusivo la familia real. Este palacio, de estilo Rococó Alemàn, tiene màs de germano que de ornamentado.

Palacio de las Ninfas


Continuando el itinerario, nos llevaron a la fábrica de BMW, donde ensamblan y exhiben los vehìculos. Fue una especie de visita a una jugueteria para adultos.
Uno de los "chiches"de BMW

Nos probamos algunos BM´s, pero como a Dami le quedaban pequeños de alto (en uno con techo, le salía media cabeza por fuera), decidimos no comprar ninguno! 
La razón por la que no compramos el BMW!

Jaja. Unas màquinas hermosas, super lustrosas, a puro lujo los interiores, y con lindísimos colores. Había incluso un modelo pintado con pintura sin brillo, que parecia de titanio.
Parece de titanio!


 No hay que dejar de mencionar los edificios de la empresa, que son muy originales. Uno, terminado hacia 1972 para la època de los juegos olímpicos (el estadio está a unas cuadras solamente), con forma de 4 pistones, puesto que los de la BMW fueron los inventores de el motor de combustión interna de 4 pistones.

Edificio BMW

El otro, muy sofisticado y absolutamente moderno, es una especie de doble embudo, uno hacia arriba y uno hacia abajo, al estilo de un gran reloj de arena, pero con el centro con las placas vidriadas colocadas de tal modo, que parece que el edificio estuviese en movimiento, como retorcièndose.

Edificio BMW

A la salida, tomamos camino hacia Munich.



Austeras construcciones Alemanas

De esta ciudad, que muy ordenada y limpia, destaco básicamente el edificio de la plaza mayor, que es el “ayuntamiento”, construido en estilo neogótico. 
Ayuntamiento de Munich

Éste tiene en lo alto de la fachada principal, un hermoso carillón que suena a las 17hs, que intenta representar uno de los màs importantes casamientos de Alemania, e incluso una especie de batalla de caballos, con caballeros armados con lanza, que demuestra diariamente la superioridad de los alemanes sobre los austriacos: a la segunda pasada de los caballos, el alemàn voltea al tirolès de su caballo con la lanza.



Claro está, es una muy hermosa ciudad, pero en comparación con el resto de las ciudades que hemos recorrido, y quizàs por el carácter austero de la construcción, debo decir que no volvería de visita a Munich. Hay que tener presente que la gran mayoría de la ciudad debió ser reconstruida al término de la 2da. Guerra mundial, razón por la que, relativamente, todos los edificios son nuevos. 
Munich: los taxis son Mercedes Benz y BMW. Ya quisiera yo!


Según dicen las cifras, el 90 % de la ciudad quedó destruida por los bombardeos, y si bien en muchos casos pudieron rearmar lo demolido, lo nuevo no tiene el mismo encanto de lo antiguo. Munich fue la ciudad donde Hitler se armò de poder, donde fue propulsado gracias al dinero que le proporcionaban los habitantes locales que estaban de acuerdo con sus –siniestras- ideas.  Algunos de los sitios eran sus lugares de arenga para los soldados, y quizás tambièn por eso no me termina de conquistar MÜNCHEN.

Nos llevaron a almorzar hasta la cerveceria HB, la màs tradicional de la zona, que fuese en su momento la cervecerìa de la corona. Éste es  un sitio muy animado, enormìsimo, colmado de mesas largas donde uno usualmente comparte con desconocidos, con música tipica y mucho ruido. Fue realmente difícil comprar el almuerzo, pero lo logramos: pedimos una riquísima cerveza de trigo –de cuerpo más bien espeso y de imagen turbia- y una dunkel, nergra, ambas deliciosas.  Gracias a una figurita del menù, Dami pudo hacerse de una pata de cerdo con una especie de super ñoquis del tamaño de una papa haciendo las veces de guarnición. Yo, unas salchichas con piel, acompañadas con chucrut!
Cervecería HB

Las tiendas de la ciudad están estrictamente cerradas los domingos, y sólo permanecen abiertas las de alimentos.
Comercio en Munich


Luego de disfrutar el carillón, salimos rumbo a Austria, ciudad de Innsbruck.
La ciudad es bastante pequeña, pero hermosa. De arquitectura semejante a la germana, tiene el beneficio de estar rodeada de los Alpes, los que dividen este país de la vecina Italia. 
Innsbruck

Innsbruck está construida en un valle, y rodeada por montañas, aún nevadas, donde pudimos ver gente practicando sky.

Por la noche, y luego de llegar al hotel (Grauer Bär), salimos a dar una vuelta, y tuvimos la suerte de poder encontrar un bar de tapas, donde nos atendió un mozo de Baires, del barrio de Villa Urquiza. No saben el alivio que significa encontrar un coterráneo, que hable tu idioma, y te pueda explicar lo que comès. Pues asi fue que brindamos y festejamos nuestro primer año juntos con unas ricas cervezas y tapas de boquerones y queso manchego. Como regalo final de cumpleaños, cerramos la noche oyendo la Bersuit, en el corazón de Austria. Un gran momento.
Innsbruck

Hoy por la mañana, salimos a dar la vuelta al perro en Innsbruck, y descubrimos gracias a la luz del dia, que estábamos totalmente rodeados por montañas con los picos nevados. Un sitio precioso.

Innsbruck y el Río Inn
Ahora mismo, escribo desde los Alpes dolomìticos de Italia, en la fontera con Austria, de camino a Venecia. El paisaje está dominado, al igual que en Austria, por casitas sobre la ladera de las montañas, mucho verde, pero a diferencia de aquel país, aquí está repleto de cultivos en terraza, aprovechando el terreno, con –principalmente- peras y manzanas, y muchas vides. De acuerdo a lo que nos cuentan, el vino realmente bueno de Italia lo producen en la Toscana.

Pasaremos antes de llegar a la tierra de los canales y las góndolas, por Verona, a ver la casa de Julieta (Shakespeare).

En unas horas, y con suerte, estaré escribiendo nuevamente, o bien mañana. Ni bien encuentre un momento, y un sitio de Internet.



Besos!

jueves, 25 de noviembre de 2010

HEILDELBERG

Sábado 27:
Una vez más, empezamos la mañana bien de madrugón, a las 6 am. A las 7.35 el micro casi nos deja, porque el horario previsto de salida era 7.30. Lugar de destino: Heilderberg, Alemania, desde donde estoy escribiendo estas líneas.
Fueron unos larguísimos 700 km, en los que atravesamos Francia hacia el noreste, recorriendo en el camino (a la lejanía) la ciudad de Reims y la región de Champagne.


Hicimos stop en la ruta para almorzar, y por la tarde, llegamos a esta pequeña ciudad de Germania, donde tuvimos unas dos horas y media para caminarla.
Vista del Rio Neckar y la ciudad de HEILDELBERG
Es un lugar muy pintoresco, muchísimo más austero en lo que a decoración, ornato y construcción respecta, pero con un parque automotor que sorprende: Audis, Mercedes, BMW, porque estamos en la tierra de los buenos fierros.
Heidelberg
Puesto de flores en las calles de Heildelberg
La peatonal

En la cima de Heidelberg, un gran castillo antiguo, el que fotografiamos desde abajo, y una hermosa callecita peatonal repleta de tiendas de todo tipo. Una vidriera más linda que la otra, todo arreglado para las pascuas, que llegan en unos pocos días.

Al igual que en Francia, la traba idiomática es insuperable, salvo que uno tenga la oportunidad de encontrar personas que hablen el inglés (que las hay, y muchas, en un muy fluido english). Caso contrario, vagarás por horas para lograr hacerte comprender que solo buscas un “pancho con una birra”.
Finalmente, lo logramos, y conseguimos tomar la bien habida cervecita alemana, y un panchito, antes de subir al micro para dormir en el hotel del lugar.
Costó hacernos entender, pero logramos nuestra cerveza!

En este hotel, tampoco tenemos WIFI libre, es pago, y cuesta 6 euros la hora, y solo 30 minutos gratis en el lobby del hotel. Muchachos, sepámoslo: Argentina es un país MUY generoso. En casa no te cobran para el baño, así como tampoco tienen código para el ingreso de los mismos, y en la casi mayoría de los bares céntricos, encontramos Internet inalámbrica sin cargo alguno. Una vez más les digo que este viaje, además de un recorrido para maravillarnos con la vida del primer mundo (limpieza, orden, seguridad, organización), es para apreciar –por contraste- lo bueno que tenemos, que es mucho.
En un rato cambia la hora en Europa, y dormiremos aun menos que siempre. Cuando allí en Argentina estén acostándose (00.30 hs aprox.), en este lado del charco estaremos arriba camino a Austria, para dormir en Innsbruck, previo paso por Munich.
Ou-revoir!

miércoles, 24 de noviembre de 2010

PURO PARÍS (II)

Viernes 26:

Acá estoy de vuelta, después de una maraton parisina complementada con 700km de ruta. Hoy ya es sàbado, y estoy escribiendo desde la ciudad de Heildelberg, en la que estaremos sólo por unas horas.Empezaré por el día de ayer, para mantener la cronología y a los fines que este diario, me sirva de recuerdo del viaje. Iniciamos el viernes temprano, a las 6 am, porque teníamos un sinfín de puntos en el mapa de la ciudad que nos habíamos marcado con círculos para no olvidar. Asi fue que, hicimos un madrugón cual gallos, y, después del desayuno, salimos hacia la estación del RER (es un tren, que por partes va soterrado, y en otras sobre la tierra) de Gentilly, la que estaba a 5 cuadras aproximadamente del hotel.

Allí compramos en las màquinas expendedoras, el ticket París Visit, que es un pase de transporte que uno puede adquirir para una o varias jornadas, para usar el transporte público, y ademàs, descuentos en algunos sitios.

No utilizamos ninguna rebaja, porque yo, principalmente, como conté anteriormente no puedo familiarizarme con el idioma. Ellos son muy autóctonos, y no utilizan otro idioma, no usan frases americanas en los comercios, y todo es puro French.El pase de transporte fue una pegada, porque realmente hicimos una cantidad increíble de combinaciones que ya no logro recordar. Iniciamos la visita por el ícono de la cité, LA TOUR EIFFEL.

Tour Eiffel
Saliendo 7.20hs de Gentilly, arribamos a la estaciòn Champs du Mars-Tour Eiffel a las 8.30am. Allí descubrimos que la torre abría a las 9.30am.

Peregrinamos por las cuatro patas de la torre, y no logràbamos descifrar por cuàl se subía.

La pata Oeste estaba cerrada, y, luego de boyar por las otras tres, y gracias a un vendedor ambulante que vio mi cara de desconcierto, entendimos que la pata que vende los tickets, es la Este, y es por la que se hace el ascenso en elevador.

Formamos la fila para comprar el pase, que cuesta 13 euros hasta el tercer nivel. Hasta el segundo está 8, pero les aseguro que la vista desde el ùltimo piso es una postal de la ciudad, donde uno se siente dentro del Google Earth.

Vista aérea del Trocadero, desde la Tour Eiffel
Podria decir, para que se entienda, que el segundo nivel da una vista panoràmica, y el tercero, una vista total de la ciudad, desde la cima, y a vuelo de pàjaro. Así fue que, en el segundo ascensor del dìa, subimos a la torre. El ascenso fue muy emotivo, y en menos de 40 segundos estábamos en el primer nivel. Desde allí se tiene una nociòn mucho màs clara de la ubicación de cada punto emblemàtico de París, una especia de mapa en vivo. Claramente es una actividad que recomendaria hacer, y sugerirìa no pasar por alto.
La cúpula de Les Invalides, desde la Tour Eiffel
De allí, bajamos a seguir pateando con destino a Les Invalides. En este sitio, que fue construido para los que quedaban inválidos o mutilados por las guerras, hoy dia descansan los restos de Napoleòn (I). Ya un poco agotados de pagar un promedio de 8 euros por cada entrada a los museos, decidimos que el señor Bonaparte se quedaría sin nuestra visita.

A la salida, y cruzando el Sena por el Puente Alejandro III (que cuenta con unas farolas espectaculares de hierro y cristal super ornamentadas, tulipas en forma de juncos, esculturas de bronce, etc), conocimos, -por fuera- el Petit y Grand Palais, dos centros de exposiciones que fueron creados para las Exposiciones Universales del Siglo XIX. Hoy día, en el primero de ellos muestran objetos de Yves Sain Laurent, y el segundo, estaba cerrado para acondicionarlo. El Grand Palais tiene su techo completamente vidriado, al estilo de un gigante invernadero. Del petit, sólo podrè mencionar la bellìsima reja de entrada cubierta de decoración con pan de oro, como en muchos otros sitios de París y alrededores.
La cúpula vidriada del Gran Palais
Puente Alejandro III
Tomando de vuelta el mismo puente, regresamos a la otra margen del Sena, para conocer el Musée D´Orsay, una antigua estación de ferrocarril devenida en museo, donde hoy dia se exhiben obras, principalmente de impresionistas y post impresionistas. Tuvimos así ocasión de ver de primera mano el autorretrato de Van Gogh entra otras de el mismo pintor, y tantísimas obras de Monet, Manet, Pissarro, Gauguin, Renoir.
Museé D'Orsay
Principalmente diría que este sitio, es digno de ver por el edificio en sí, más allá de sus obras. Claro está, tambièn las pinturas son bellísimas, pero luego de haber admirado las pinturas de Leonardo, Rafael, y Goya que se exhiben el el Louvre, me dio la (equívoca) sensación que las del Orsay, son un juego de niños. Claro está, son diferentes cosas, diferentes épocas, diferentes movimientos, como tambièn es diferente el ojo que las mira y opina.
Tenìamos en el itinerario marcada la Ópera de París, y hacia allá nos dirigimos. A la salida del metro, se alza imponente.
Una de las esculturas que remata el edificio de la Ópera de París

Es un edificio majestuoso, rematado en los frisos con bustos de Mozart, Rossini, Beethoven, entre otros, y a cada lado,
rematando las esquinas superiores, unos magníficos grupos de estatuas doradas, que se recortan perfectamente del cielo celeste intenso de París. Una vez màs, el ingreso a la ópera, costaba 8 euros,y definimos gastarnos ese dinero en el Café de la Paix, uno de los cafès tradicionales de la ciudad (junto con el de los Dos Magos, el de las Flores, y el Procope).
Vista de la Ópera de París, desde el Café de la Paix
Cafe de la Paix
Al frente de este edificio, nos dimos el pequeño gran lujo de tomar algo allì, viendo pasar a los parisinos, los autos, los buses.
Nos habían recomendado el barrio de Montmartre…e hicieron bien. Es un barriecito de calles angostas y serpenteantes, con tiendas muy pintorescas, que está sobre una colina, a la que puede accederse por funicular o a pie. En la cima, està la iglesia de Sacre Coeur, muy hermosa por cierto, y perfectamente conservada.
Sacre Coeur
Desde el frente de la misma, se tiene una vista panoràmica imperdible de la ciudad. Nos dimos a la tarea de perdernos en las callecitas de este barrio, el llamado de los artistas, y así fue que encontramos en una esquina el ultimo viñedo de Paris, y uno de los primeros cabarets: Le lapin agile.
Con prisa y sin pausa, desandamos a pie Montmartre, para llegar al barrio de Pigalle, al cual le llaman el del sexo, o de las mujeres de moral ligera. Lo ùnico que pudimos ver allí sobre sexo, eran los locales “Sex Shop” (entramos a uno de ellos, claro està) y el afamadísimo MOULIN ROUGE.
Moulin Rouge
Claro que con el ritmo que traìamos, la falta de tiempo y el costo, definimos sólo tomar una fotografía a la fachada.
Las entradas oscilan entre los 80 y 150 euros, la primera de ellas en el ùltimo horario y sin bebidas. Preferimos seguir andando París, y asì llegamos al Pompidou, museo de arte moderno de la citè, que tiene la particularidad de ser un edificio que resalta completamente del resto de la fisonomia parisina, puesto que es una mole vidriada, con las instalaciones por fuera, es decir, cañerias de servicios de todo tipo por delante de las paredes vidriadas, las cuales fueron pintadas de colores vivos.
Centro Pompidou
El museo estaba pronto a cerrar, asi que seguimos camino para cerrar la noche con el broche de oro: El Louvre iluminado. Nos detuvimos allì un rato, para disfrutar el viejo palacio, y la nueva piràmide completamente iluminada.
Louvre de noche

Ya satisfechos, y con los ojos cargados de algunas de las imàgenes màs hermosas que tuvimos oportunidad de disfrutar en nuestras vidas, emprendimos el regreso al hotel.
Fueron 16 horas desde que salimos hasta que regresamos al hotel, intensamente vividas y aprovechadas. Nos quedò en el tintero para la pròxima vuelta (porque les aseguro que quedan ganas de volver) conocer el cementerio de Montparnase, y el de Père Lachaise, este ùltimo donde està enterrado Jim Morrison…no te hagas ilusiones Parìs, que volveremos!

domingo, 21 de noviembre de 2010

PURO PARÍS (I)

Jueves 25 de marzo:

Tuve que escribir casi dos dìas en uno. El dìa de ayer fue maratònico; arribamos a Parìs al anochecer, y, merced a una equivocación de hotel, demoramos aún más de la cuenta. Estamos hospedados en el Ibis Port d´Italie. Les cuento que la zona, en cuanto a lo estético es bastante decepcionante. Estamos frente a la autopista, y la ubicación sería algo así como nuestra estaciòn de trenes de Constitución. Al frente, un cementerio, al que, por suerte (mucha suerte) no da nuestro cuarto. Desde el nuestro se divisa una torre sencilla, de ladrillos, medio setentosa. A primera vista, y con el enojo que traíamos ayer, les podría haber dicho que el sitio nos pareció de lo peor.Hoy sin embargo, que caminamos París, tomamos metro, y llegamos en sòlo 7 estaciones (ocho màximo), puedo decirles que lo vemos de otro modo.Pero vayamos en orden. El desayuno resultò, tal como el de Bordeaux, no tan magro, con bastantes opciones. Sólo no habìa nutella ni mermeladas de naranaja, frambuesa y ensalada de fruta. Pero habìa tortilla, y eso es decir mucho!

Salimos del hotel, esta vez con mucha màs suerte, nos tocò una guìa Española, que vive en Parìs, que –con mucha màs paciencia y algo màs de dedicaciòn que la parisina de ayer- nos relatò qué era lo que veíamos. Visitamos los jardines de Luxemburgo, o màs bien, un stop para tomar la foto al palacio homònimo, el Arc, la torre Eiffel desde abajo, campos elìseos, Les Invalides, Madeleine…todo desde el micro, sòlo parando en la tour y los jardines.
Jardines de Luxemburgo
Nos sorprendió la lluvia parisina. Les confieso que tiene su onda caminar las callecitas con el paraguas en mano. Por fin, al terminar la excursión guiada, empezamos realmente a conocer la ciudad del mejor modo posible: a pie.

Ya nos habìa advertido la guía, que los que no habíamos contratado la excursión al Louvre, no podríamos entrar, puesto que no había màs plazas para la fecha. En ese mismo momento, se nos hizo un nudo en el estòmago, puesto que dábamos por sentada la entrada al museo, y rechazamos la oferta, en tanto la empresa cobraba el paseo en el museo y la recorrida en el Bateaux-Mouches (un barco que recorre el Sena) 60 euros.

Jardines de Luxemburgo
El bus llegò al “parking” (como le dicen los gallegos) del Louvre, y allì nos bajamos todos. 

Nosotros, que no tenìamos entradas, con gran desazòn, a intentar hacer al enormísima cola que habría por el aluviòn de turismo de la semana santa. Empezamos a subir escaleras hacia la calle, y allí, en el primer subsuelo del Louvre (uno más arriba que el estacionamiento) había máquinas expendedoras de tickets para ingresar al museo!!!! El trámite no tardò más de un minuto: costaron ambas 19 euros, y, para mejor, el ingreso de las entradas pre-vendidas es uno aparte del principal, por el llamado Pasaje Richelieu (Passage Richelieu), que es una pequeña callecita dentro del predio, la que se ubica hacia la izquierda, mirando la piràmide de cristal de frente, en la fachada principal del Louvre.
Vista del Museo del Louvre, desde la pirámide (entrada principal)
Entrada en mano, ingresás sin más rodeos, tomás un mapa de recorrido en tu idioma, y, opcionalmente, una AUDIOGUIA interactiva, que es una especie de palm o mp3 con el cual, presionando el código de la obra que querés conocer, te cuenta de qué pieza se trata, quién es el autor, y demases datos ad hoc. La guía cuesta 6 euros por persona, pero es de gran utilidad.
El museo es sencillamente IMPERDIBLE. De hecho comentàbamos ambos que, en caso de no haber visto el Prado, o el Palacio Real de España, hubìesemos estado màs que satisfechos y dados por cumplidos con la colección vastísima de este lugar.
La Belle Ferroniere
No les puedo explicar lo bello que es arquitectónicamente, lo fastuoso, los frescos de los techos, los cielorrasos con relieves cubiertos de pan de oro. Pero eso es sòlo una parte. Lo mejor son las obras: las hay de Egipto (sarcófagos, objetos de uso cotidiano, esfinges), Mesopotámicas (el código de Hamurabi –ojo por ojo…), arte italiano (renacimiento) y francès.

Casualmente una de las primeras que dimos en ver, fue la Venus de Milo.

La Venus de Milo
Realmente, ver con los propios ojos en vivo las cosas que siempre viste en manuales, guias, e Internet, es asombroso. Es tal como la propaganda de master…la tarjeta paga la entrada, pero que vos puedas experimentar ver esas joyas con tus ojos, no tiene precio. Al recorrido no puede faltarle tampoco la Victoria alada de Samotracia, ni la Gioconda.

La Victoria Alada de Samotracia
El museo es un laberinto, pero està muy bien señalizado, y con las audioguías y en espanglish y espanfrech, llegás a todos los sitios. De tanto dar vueltas y vueltas, la encontramos. 


Allí estaba, en medio de una sala, en un enorme paredón y celosamente protegida con un vidrio: la Mona Lisa.
"Ella": La Señora Gioconda. 
No tiene mucho sentido que les cuente que yo me emocioné, porque muchos de uds. saben que tengo la lágrima fácil. Pero fue doblemente movilizante ver a Damián absolutamente conmovido... y hasta las lágrimas.
A la salida, y a los pies de la enorme piràmide transparente, almorzamos una baguette…oh la là, qué picnic! Realmente les recomiendo muchísimo esta visita a los que tengan la oportunidad de conocer este lugar. El Louvre paga todo que esperás ver de París.
De allí, plano en mano, y libro de París en la otra, salimos en busca de Notre Dame. Cruzamos a la Ile de la Cité por el puente Nuevo, que –contrariamente a lo que pueda pensarse- es el màs viejo de París, pero que se le llama NUEVO porque fue el primero que hubo de piedra.

De camino a la catedral, fotografiamos una de las entradas del metro de estilo Art Noveau, con sus curvas vegetales, que son tan fascinantes como preciosas y paseamos por el Marché aux fleurs (mercado de flores), donde vi unas azaleas super floridas, arbustitos deliciosamente podados, y plantas de lindìsimos colores… el perfume, exquisito!. 
Una de las tantas entradas del Metro de París, con sus típicas curvas Art Noveau











Marché aux fleurs
A la vuelta, y sin màs esperas, la encontramos: la catedral de Parìs, con sus enormes rosetones, y su impactante pòrtico de la virgen.
Notre Dame 
La iglesia es enorme, un gran bloque hermosamente calado por donde lo mires (en el exterior) y con grandes bóvedas en su interior, surcadas por “nervaduras”. Lo que más me interesó, fueron los contrafuertes de la parte trasera, que “sostienen” la estructura, y, claro está, las gárgolas. Tuvimos la suerte verlas cumpliendo su funciòn (drenando el agua de los tejados), porque París seguia lloviendo.
El ùltimo regalo de la visita fue al salir: aùn lloviznaba, y pudimos ver un arco iris justo detrás de la iglesia, que llego en el momento preciso que una banda de mùsicos –a orillas del sena- tocaban trompetas, trombòn y percusión.
La combinación de situaciones, dio un marco perfecto a la ocasiòn.
Gárgola de la Iglesia de Notre Dame, en pleno funcionamiento.
"El"momento: recién terminaba de llover en París. Al fondo, un arcoiris, debajo en el Sena una banda de Jazz y las Gárgolas cumpliendo su función.

Por último, y ya sin baterias para la cámara, caminamos hasta el barrio de Les Halles, donde conocimos el extravagante Centro Pompidou, al cual nos prometimos volver mañana, para conocer por dentro, y con la càmara en funcionamiento. Ya sin màs energias en los pies, y sin pilas para capturar màs arte, tomamos el metro al hotel, y aquì estoy ahora, escribièndoles lo vivido.
Ahora vamos a tomarnos un Merlot, con un camembert en baguette, y a la cama, esperando mañana, último dia en París, poder sacarle el provecho máximo a las horas, para recorrer cada rincón, cada ícono, y todo lo que podamos cargar en nuestras retinas.
Les mando un beso enorme a todos, y les confieso que a mí también me encanta que ustedes me escriban contàndome què les parece lo que les relato. El feedback siempre suma. Y ustedes me hacen bien.
Abrazos!
M.