jueves, 25 de noviembre de 2010

HEILDELBERG

Sábado 27:
Una vez más, empezamos la mañana bien de madrugón, a las 6 am. A las 7.35 el micro casi nos deja, porque el horario previsto de salida era 7.30. Lugar de destino: Heilderberg, Alemania, desde donde estoy escribiendo estas líneas.
Fueron unos larguísimos 700 km, en los que atravesamos Francia hacia el noreste, recorriendo en el camino (a la lejanía) la ciudad de Reims y la región de Champagne.


Hicimos stop en la ruta para almorzar, y por la tarde, llegamos a esta pequeña ciudad de Germania, donde tuvimos unas dos horas y media para caminarla.
Vista del Rio Neckar y la ciudad de HEILDELBERG
Es un lugar muy pintoresco, muchísimo más austero en lo que a decoración, ornato y construcción respecta, pero con un parque automotor que sorprende: Audis, Mercedes, BMW, porque estamos en la tierra de los buenos fierros.
Heidelberg
Puesto de flores en las calles de Heildelberg
La peatonal

En la cima de Heidelberg, un gran castillo antiguo, el que fotografiamos desde abajo, y una hermosa callecita peatonal repleta de tiendas de todo tipo. Una vidriera más linda que la otra, todo arreglado para las pascuas, que llegan en unos pocos días.

Al igual que en Francia, la traba idiomática es insuperable, salvo que uno tenga la oportunidad de encontrar personas que hablen el inglés (que las hay, y muchas, en un muy fluido english). Caso contrario, vagarás por horas para lograr hacerte comprender que solo buscas un “pancho con una birra”.
Finalmente, lo logramos, y conseguimos tomar la bien habida cervecita alemana, y un panchito, antes de subir al micro para dormir en el hotel del lugar.
Costó hacernos entender, pero logramos nuestra cerveza!

En este hotel, tampoco tenemos WIFI libre, es pago, y cuesta 6 euros la hora, y solo 30 minutos gratis en el lobby del hotel. Muchachos, sepámoslo: Argentina es un país MUY generoso. En casa no te cobran para el baño, así como tampoco tienen código para el ingreso de los mismos, y en la casi mayoría de los bares céntricos, encontramos Internet inalámbrica sin cargo alguno. Una vez más les digo que este viaje, además de un recorrido para maravillarnos con la vida del primer mundo (limpieza, orden, seguridad, organización), es para apreciar –por contraste- lo bueno que tenemos, que es mucho.
En un rato cambia la hora en Europa, y dormiremos aun menos que siempre. Cuando allí en Argentina estén acostándose (00.30 hs aprox.), en este lado del charco estaremos arriba camino a Austria, para dormir en Innsbruck, previo paso por Munich.
Ou-revoir!

miércoles, 24 de noviembre de 2010

PURO PARÍS (II)

Viernes 26:

Acá estoy de vuelta, después de una maraton parisina complementada con 700km de ruta. Hoy ya es sàbado, y estoy escribiendo desde la ciudad de Heildelberg, en la que estaremos sólo por unas horas.Empezaré por el día de ayer, para mantener la cronología y a los fines que este diario, me sirva de recuerdo del viaje. Iniciamos el viernes temprano, a las 6 am, porque teníamos un sinfín de puntos en el mapa de la ciudad que nos habíamos marcado con círculos para no olvidar. Asi fue que, hicimos un madrugón cual gallos, y, después del desayuno, salimos hacia la estación del RER (es un tren, que por partes va soterrado, y en otras sobre la tierra) de Gentilly, la que estaba a 5 cuadras aproximadamente del hotel.

Allí compramos en las màquinas expendedoras, el ticket París Visit, que es un pase de transporte que uno puede adquirir para una o varias jornadas, para usar el transporte público, y ademàs, descuentos en algunos sitios.

No utilizamos ninguna rebaja, porque yo, principalmente, como conté anteriormente no puedo familiarizarme con el idioma. Ellos son muy autóctonos, y no utilizan otro idioma, no usan frases americanas en los comercios, y todo es puro French.El pase de transporte fue una pegada, porque realmente hicimos una cantidad increíble de combinaciones que ya no logro recordar. Iniciamos la visita por el ícono de la cité, LA TOUR EIFFEL.

Tour Eiffel
Saliendo 7.20hs de Gentilly, arribamos a la estaciòn Champs du Mars-Tour Eiffel a las 8.30am. Allí descubrimos que la torre abría a las 9.30am.

Peregrinamos por las cuatro patas de la torre, y no logràbamos descifrar por cuàl se subía.

La pata Oeste estaba cerrada, y, luego de boyar por las otras tres, y gracias a un vendedor ambulante que vio mi cara de desconcierto, entendimos que la pata que vende los tickets, es la Este, y es por la que se hace el ascenso en elevador.

Formamos la fila para comprar el pase, que cuesta 13 euros hasta el tercer nivel. Hasta el segundo está 8, pero les aseguro que la vista desde el ùltimo piso es una postal de la ciudad, donde uno se siente dentro del Google Earth.

Vista aérea del Trocadero, desde la Tour Eiffel
Podria decir, para que se entienda, que el segundo nivel da una vista panoràmica, y el tercero, una vista total de la ciudad, desde la cima, y a vuelo de pàjaro. Así fue que, en el segundo ascensor del dìa, subimos a la torre. El ascenso fue muy emotivo, y en menos de 40 segundos estábamos en el primer nivel. Desde allí se tiene una nociòn mucho màs clara de la ubicación de cada punto emblemàtico de París, una especia de mapa en vivo. Claramente es una actividad que recomendaria hacer, y sugerirìa no pasar por alto.
La cúpula de Les Invalides, desde la Tour Eiffel
De allí, bajamos a seguir pateando con destino a Les Invalides. En este sitio, que fue construido para los que quedaban inválidos o mutilados por las guerras, hoy dia descansan los restos de Napoleòn (I). Ya un poco agotados de pagar un promedio de 8 euros por cada entrada a los museos, decidimos que el señor Bonaparte se quedaría sin nuestra visita.

A la salida, y cruzando el Sena por el Puente Alejandro III (que cuenta con unas farolas espectaculares de hierro y cristal super ornamentadas, tulipas en forma de juncos, esculturas de bronce, etc), conocimos, -por fuera- el Petit y Grand Palais, dos centros de exposiciones que fueron creados para las Exposiciones Universales del Siglo XIX. Hoy día, en el primero de ellos muestran objetos de Yves Sain Laurent, y el segundo, estaba cerrado para acondicionarlo. El Grand Palais tiene su techo completamente vidriado, al estilo de un gigante invernadero. Del petit, sólo podrè mencionar la bellìsima reja de entrada cubierta de decoración con pan de oro, como en muchos otros sitios de París y alrededores.
La cúpula vidriada del Gran Palais
Puente Alejandro III
Tomando de vuelta el mismo puente, regresamos a la otra margen del Sena, para conocer el Musée D´Orsay, una antigua estación de ferrocarril devenida en museo, donde hoy dia se exhiben obras, principalmente de impresionistas y post impresionistas. Tuvimos así ocasión de ver de primera mano el autorretrato de Van Gogh entra otras de el mismo pintor, y tantísimas obras de Monet, Manet, Pissarro, Gauguin, Renoir.
Museé D'Orsay
Principalmente diría que este sitio, es digno de ver por el edificio en sí, más allá de sus obras. Claro está, tambièn las pinturas son bellísimas, pero luego de haber admirado las pinturas de Leonardo, Rafael, y Goya que se exhiben el el Louvre, me dio la (equívoca) sensación que las del Orsay, son un juego de niños. Claro está, son diferentes cosas, diferentes épocas, diferentes movimientos, como tambièn es diferente el ojo que las mira y opina.
Tenìamos en el itinerario marcada la Ópera de París, y hacia allá nos dirigimos. A la salida del metro, se alza imponente.
Una de las esculturas que remata el edificio de la Ópera de París

Es un edificio majestuoso, rematado en los frisos con bustos de Mozart, Rossini, Beethoven, entre otros, y a cada lado,
rematando las esquinas superiores, unos magníficos grupos de estatuas doradas, que se recortan perfectamente del cielo celeste intenso de París. Una vez màs, el ingreso a la ópera, costaba 8 euros,y definimos gastarnos ese dinero en el Café de la Paix, uno de los cafès tradicionales de la ciudad (junto con el de los Dos Magos, el de las Flores, y el Procope).
Vista de la Ópera de París, desde el Café de la Paix
Cafe de la Paix
Al frente de este edificio, nos dimos el pequeño gran lujo de tomar algo allì, viendo pasar a los parisinos, los autos, los buses.
Nos habían recomendado el barrio de Montmartre…e hicieron bien. Es un barriecito de calles angostas y serpenteantes, con tiendas muy pintorescas, que está sobre una colina, a la que puede accederse por funicular o a pie. En la cima, està la iglesia de Sacre Coeur, muy hermosa por cierto, y perfectamente conservada.
Sacre Coeur
Desde el frente de la misma, se tiene una vista panoràmica imperdible de la ciudad. Nos dimos a la tarea de perdernos en las callecitas de este barrio, el llamado de los artistas, y así fue que encontramos en una esquina el ultimo viñedo de Paris, y uno de los primeros cabarets: Le lapin agile.
Con prisa y sin pausa, desandamos a pie Montmartre, para llegar al barrio de Pigalle, al cual le llaman el del sexo, o de las mujeres de moral ligera. Lo ùnico que pudimos ver allí sobre sexo, eran los locales “Sex Shop” (entramos a uno de ellos, claro està) y el afamadísimo MOULIN ROUGE.
Moulin Rouge
Claro que con el ritmo que traìamos, la falta de tiempo y el costo, definimos sólo tomar una fotografía a la fachada.
Las entradas oscilan entre los 80 y 150 euros, la primera de ellas en el ùltimo horario y sin bebidas. Preferimos seguir andando París, y asì llegamos al Pompidou, museo de arte moderno de la citè, que tiene la particularidad de ser un edificio que resalta completamente del resto de la fisonomia parisina, puesto que es una mole vidriada, con las instalaciones por fuera, es decir, cañerias de servicios de todo tipo por delante de las paredes vidriadas, las cuales fueron pintadas de colores vivos.
Centro Pompidou
El museo estaba pronto a cerrar, asi que seguimos camino para cerrar la noche con el broche de oro: El Louvre iluminado. Nos detuvimos allì un rato, para disfrutar el viejo palacio, y la nueva piràmide completamente iluminada.
Louvre de noche

Ya satisfechos, y con los ojos cargados de algunas de las imàgenes màs hermosas que tuvimos oportunidad de disfrutar en nuestras vidas, emprendimos el regreso al hotel.
Fueron 16 horas desde que salimos hasta que regresamos al hotel, intensamente vividas y aprovechadas. Nos quedò en el tintero para la pròxima vuelta (porque les aseguro que quedan ganas de volver) conocer el cementerio de Montparnase, y el de Père Lachaise, este ùltimo donde està enterrado Jim Morrison…no te hagas ilusiones Parìs, que volveremos!

domingo, 21 de noviembre de 2010

PURO PARÍS (I)

Jueves 25 de marzo:

Tuve que escribir casi dos dìas en uno. El dìa de ayer fue maratònico; arribamos a Parìs al anochecer, y, merced a una equivocación de hotel, demoramos aún más de la cuenta. Estamos hospedados en el Ibis Port d´Italie. Les cuento que la zona, en cuanto a lo estético es bastante decepcionante. Estamos frente a la autopista, y la ubicación sería algo así como nuestra estaciòn de trenes de Constitución. Al frente, un cementerio, al que, por suerte (mucha suerte) no da nuestro cuarto. Desde el nuestro se divisa una torre sencilla, de ladrillos, medio setentosa. A primera vista, y con el enojo que traíamos ayer, les podría haber dicho que el sitio nos pareció de lo peor.Hoy sin embargo, que caminamos París, tomamos metro, y llegamos en sòlo 7 estaciones (ocho màximo), puedo decirles que lo vemos de otro modo.Pero vayamos en orden. El desayuno resultò, tal como el de Bordeaux, no tan magro, con bastantes opciones. Sólo no habìa nutella ni mermeladas de naranaja, frambuesa y ensalada de fruta. Pero habìa tortilla, y eso es decir mucho!

Salimos del hotel, esta vez con mucha màs suerte, nos tocò una guìa Española, que vive en Parìs, que –con mucha màs paciencia y algo màs de dedicaciòn que la parisina de ayer- nos relatò qué era lo que veíamos. Visitamos los jardines de Luxemburgo, o màs bien, un stop para tomar la foto al palacio homònimo, el Arc, la torre Eiffel desde abajo, campos elìseos, Les Invalides, Madeleine…todo desde el micro, sòlo parando en la tour y los jardines.
Jardines de Luxemburgo
Nos sorprendió la lluvia parisina. Les confieso que tiene su onda caminar las callecitas con el paraguas en mano. Por fin, al terminar la excursión guiada, empezamos realmente a conocer la ciudad del mejor modo posible: a pie.

Ya nos habìa advertido la guía, que los que no habíamos contratado la excursión al Louvre, no podríamos entrar, puesto que no había màs plazas para la fecha. En ese mismo momento, se nos hizo un nudo en el estòmago, puesto que dábamos por sentada la entrada al museo, y rechazamos la oferta, en tanto la empresa cobraba el paseo en el museo y la recorrida en el Bateaux-Mouches (un barco que recorre el Sena) 60 euros.

Jardines de Luxemburgo
El bus llegò al “parking” (como le dicen los gallegos) del Louvre, y allì nos bajamos todos. 

Nosotros, que no tenìamos entradas, con gran desazòn, a intentar hacer al enormísima cola que habría por el aluviòn de turismo de la semana santa. Empezamos a subir escaleras hacia la calle, y allí, en el primer subsuelo del Louvre (uno más arriba que el estacionamiento) había máquinas expendedoras de tickets para ingresar al museo!!!! El trámite no tardò más de un minuto: costaron ambas 19 euros, y, para mejor, el ingreso de las entradas pre-vendidas es uno aparte del principal, por el llamado Pasaje Richelieu (Passage Richelieu), que es una pequeña callecita dentro del predio, la que se ubica hacia la izquierda, mirando la piràmide de cristal de frente, en la fachada principal del Louvre.
Vista del Museo del Louvre, desde la pirámide (entrada principal)
Entrada en mano, ingresás sin más rodeos, tomás un mapa de recorrido en tu idioma, y, opcionalmente, una AUDIOGUIA interactiva, que es una especie de palm o mp3 con el cual, presionando el código de la obra que querés conocer, te cuenta de qué pieza se trata, quién es el autor, y demases datos ad hoc. La guía cuesta 6 euros por persona, pero es de gran utilidad.
El museo es sencillamente IMPERDIBLE. De hecho comentàbamos ambos que, en caso de no haber visto el Prado, o el Palacio Real de España, hubìesemos estado màs que satisfechos y dados por cumplidos con la colección vastísima de este lugar.
La Belle Ferroniere
No les puedo explicar lo bello que es arquitectónicamente, lo fastuoso, los frescos de los techos, los cielorrasos con relieves cubiertos de pan de oro. Pero eso es sòlo una parte. Lo mejor son las obras: las hay de Egipto (sarcófagos, objetos de uso cotidiano, esfinges), Mesopotámicas (el código de Hamurabi –ojo por ojo…), arte italiano (renacimiento) y francès.

Casualmente una de las primeras que dimos en ver, fue la Venus de Milo.

La Venus de Milo
Realmente, ver con los propios ojos en vivo las cosas que siempre viste en manuales, guias, e Internet, es asombroso. Es tal como la propaganda de master…la tarjeta paga la entrada, pero que vos puedas experimentar ver esas joyas con tus ojos, no tiene precio. Al recorrido no puede faltarle tampoco la Victoria alada de Samotracia, ni la Gioconda.

La Victoria Alada de Samotracia
El museo es un laberinto, pero està muy bien señalizado, y con las audioguías y en espanglish y espanfrech, llegás a todos los sitios. De tanto dar vueltas y vueltas, la encontramos. 


Allí estaba, en medio de una sala, en un enorme paredón y celosamente protegida con un vidrio: la Mona Lisa.
"Ella": La Señora Gioconda. 
No tiene mucho sentido que les cuente que yo me emocioné, porque muchos de uds. saben que tengo la lágrima fácil. Pero fue doblemente movilizante ver a Damián absolutamente conmovido... y hasta las lágrimas.
A la salida, y a los pies de la enorme piràmide transparente, almorzamos una baguette…oh la là, qué picnic! Realmente les recomiendo muchísimo esta visita a los que tengan la oportunidad de conocer este lugar. El Louvre paga todo que esperás ver de París.
De allí, plano en mano, y libro de París en la otra, salimos en busca de Notre Dame. Cruzamos a la Ile de la Cité por el puente Nuevo, que –contrariamente a lo que pueda pensarse- es el màs viejo de París, pero que se le llama NUEVO porque fue el primero que hubo de piedra.

De camino a la catedral, fotografiamos una de las entradas del metro de estilo Art Noveau, con sus curvas vegetales, que son tan fascinantes como preciosas y paseamos por el Marché aux fleurs (mercado de flores), donde vi unas azaleas super floridas, arbustitos deliciosamente podados, y plantas de lindìsimos colores… el perfume, exquisito!. 
Una de las tantas entradas del Metro de París, con sus típicas curvas Art Noveau











Marché aux fleurs
A la vuelta, y sin màs esperas, la encontramos: la catedral de Parìs, con sus enormes rosetones, y su impactante pòrtico de la virgen.
Notre Dame 
La iglesia es enorme, un gran bloque hermosamente calado por donde lo mires (en el exterior) y con grandes bóvedas en su interior, surcadas por “nervaduras”. Lo que más me interesó, fueron los contrafuertes de la parte trasera, que “sostienen” la estructura, y, claro está, las gárgolas. Tuvimos la suerte verlas cumpliendo su funciòn (drenando el agua de los tejados), porque París seguia lloviendo.
El ùltimo regalo de la visita fue al salir: aùn lloviznaba, y pudimos ver un arco iris justo detrás de la iglesia, que llego en el momento preciso que una banda de mùsicos –a orillas del sena- tocaban trompetas, trombòn y percusión.
La combinación de situaciones, dio un marco perfecto a la ocasiòn.
Gárgola de la Iglesia de Notre Dame, en pleno funcionamiento.
"El"momento: recién terminaba de llover en París. Al fondo, un arcoiris, debajo en el Sena una banda de Jazz y las Gárgolas cumpliendo su función.

Por último, y ya sin baterias para la cámara, caminamos hasta el barrio de Les Halles, donde conocimos el extravagante Centro Pompidou, al cual nos prometimos volver mañana, para conocer por dentro, y con la càmara en funcionamiento. Ya sin màs energias en los pies, y sin pilas para capturar màs arte, tomamos el metro al hotel, y aquì estoy ahora, escribièndoles lo vivido.
Ahora vamos a tomarnos un Merlot, con un camembert en baguette, y a la cama, esperando mañana, último dia en París, poder sacarle el provecho máximo a las horas, para recorrer cada rincón, cada ícono, y todo lo que podamos cargar en nuestras retinas.
Les mando un beso enorme a todos, y les confieso que a mí también me encanta que ustedes me escriban contàndome què les parece lo que les relato. El feedback siempre suma. Y ustedes me hacen bien.
Abrazos!
M.

viernes, 19 de noviembre de 2010

VALLE DEL LOIRA, BLOIS, Y FINALMENTE...PARÍS

Mièrcoles 24 de marzo:

Nuevamente, aquì estamos. Por suerte gozamos del beneficio de WI FI gratuito, lo cual levemente compensa la rabieta que tengo. Pero paso a paso, vamos en orden cronològico del dìa de hoy.

Por la mañana, arrancamos con el petit déjeuner. Gratamente, no resultò ser tan pequeño, sino más bien sorprendentemente gratificante. Habìa crêpes, baguette y pan de molde. Llegamos tarde para el jamòn crudo, pero esa es una de las cosas que no comprendo del viaje: siendo que siempre nos levantamos temprano, llegamos al horario convenido para la apertura, ya sea del desayunador o del bus, siempre, pero siempre, hay ventajeros que llegan antes. Pero ellos no son el problema, sino, como dice mi papà “la culpa no es del chancho….”.

Continuemos con el desayuno, que me quita un poco la bronquita. Podìas encontrar tambièn miel, mermelada de naranja, frambuesa, manteca salada (mmmm, deliciosa), compota de manzanas (en un conveniente envase cerrado, tipo yogurt), infusiones, croissants, “bolleria” con pepitas de chocolate (una especie de croissant cuadrada con chispas de choco), yogures, jugo de manzana y naranja. Muy surtido y no nos quedamos con nada de hambre. Ah, olvidada la ensalada de frutas. Luego de ello, tomamos el micro con destino final Parìs.

En el camino, conocimos el Valle del Loira, donde tuvimos oportunidad de recorrer el pueblito de Blois. Es un sitio encantador, de callecitas zigzagueantes, con edificios muy antiguos en piedra, y tal como me gustan a mí, ventanas altas y finas, techos a la mansarde.
Blois

Allí estaba el castillo, al cual por falta de tiempo no entramos, para tener más tiempo libre para recorrer las callecitas. Baguette de pollo en mano, subimos nuevamente al bus, para el tramo final.
El castillo de Blois
El tràfico para llegar a París es tan caòtico como esperable. Es una gran ciudad, y llegamos a la “hora punta”, como dicen los españoles, razòn por la que fuimos a muy poca velocidad. A la lejanìa, pudimos divisar la Torre Eiffel. Fue un hermoso momento. Debo confesar que, al menos por la noche, la ciudad no nos impactò tanto como esperábamos. Nos relataron tanto sobre la ciudad de la luz, que la falta de ella en muchas de las calles, las bombillas quemadas y la pobre iluminación en otras, nos decepcionò enormemente. Claro està, la torre de noche, con la iluminación propia y las “estrellitas” parpadeantes que prenden (al menos a las 9pm y 10pm) pagan el resto de las faltas.
Necesita presentación? La tour...iluminada!

El tour fue con una guia francesa, que sòlo MONOLOGABA, y no permitìa consultas. Tal es así que infructuosamente intentè en dos ocasiones preguntar si parariamos en el Louvre a fotografiar. La respuesta palmaria la dio el acelerador del chofer, que siguió irremediablemente de largo. El nivel de la visita fue un tanto insultante. A una velocidad incomprensible, con explicaciones a la ligera. Nos dieron exiguos minutos para tomar fotos en la tour, otros 5 en el Arc du Triumph, y por ùltimo en la Plaza Real donde està el Ritz (es algo así como la Plaza Mayor, pero màs pequeña, con estilo de construcciòn a la francesa), terminamos la panoràmica de noche en la prefectura, frente al Sena.
El Arco del Triunfo

Lo que rescato de este tour “ambulanciero” nocturno, es que te hace reflexionar sobre lo HERMOSA que es Buenos Aires de noche, sumamente iluminada, al menos la parte donde pasean los turistas, que es el similar a lo que nosotros recorrimos anoche en la excursión. Puedo decirles que, si bien escuchamos innumerables ocasiones que Baires es como Madrid, ambos hemos coincidido en que Buenos Aires es màs parisina que Madrileña. Se parece muchìsimo en los monumentos, grandes edificios, y construcciones de la parte històrica (Congreso, Recoleta, etc).
Corolario: Parìs es hermosa, pero a valorar lo nuestro tambièn!

jueves, 18 de noviembre de 2010

CAMINO A PARIS POR BURDEOS

Martes 23 de marzo:

Bueno amigos, lamento decepcionarlos en esta ocasiòn. Y esto se debe a dos cosas: primeramente, Damiàn se planchò como un bebè, y me costò muchisimo despertarlo. Cuando lo logrè, estaba tan cansado que me dijo de comer por alli, en un resto “all you can eat” que habìamos visto, el cual, por la acciòn de las leyes de Murphy no pudimos encontrar. Por tanto, terminamos en el Burguer King, dàndole satisfacciones al sistema capitalista. En segunda medida, el dia de hoy fue puro viaje. Es decir, nos levantamos, tomamos el desayuno de pie, porque no habia mesa de tantos que èramos en el tour, y al instante tuvimos que tomar el bus, con destino a Burdeos o Bordeaux. Tuvimos la suerte de tener una guìa muy instruida, que nos contò montones de cosas que por arte de mi frágil memoria desconocerè mañana, pero que fueron placenteras de oir, mientras pude sostener la atenciòn. Tanto Dami como yo cabeceamos en innumerables ocasiones, y muchas veces me despertaba y ella estaba hablando…asì que hemos perdido buena parte de la guia, pero bueno, es lo que toca cuando hay mucho sueño.
Lo que quiero rescatar del dìa de hoy es el pasaje por la zona de los Pirineos. Cuando por la ruta te acercàs al límite con Francia, en el Pais Vasco o Euskadi, el paisaje se vuelve bellìsimo.

El resto del recorrido era pura rocamadre como ellos le dicen, o granito a la vista, pero aquì, todas son colinas verdes, con casitas con techos de tejas, que son simplemente un placer. Me recuerda algunas enciclopedias que veìa de chica, que no logro dilucidar si eran de comidas o de decoración, o bien un viejo atlas geogràfico de tapas duras rojas que tenìamos en casa. Casas de paredes de piedra, sobre un prado verdísimo, ovejas, y viejas iglesias de estilo romànico primordialmente. Todo esto lo apreciamos a la pasada, desde el micro, pero valiò la pena ese trecho sólo para recrear la vista con este paisaje.

Fue muy loco que el pasaje España-Francia fue directo: con sòlo traspasar un peaje, donde la policia decidía si detenerte o no, ya estabas en el país de la baguette. Según nos han contado, en los países de la comunidad no es preciso hacer migraciones, y uno puede moverse de sitio en sitio sin màs tràmites.

En una de las paradas, nos detuvimos en una gasolinera de Shell, y descubrimos que el litro de nafta està 1.44 euros….mi dios! Creo que vamos a reconsiderar el alquiler del auto para los ùltimos dìas….

Por ùltimo, llegamos al hotel en Bordeaux, un hotel rutero que es un clichè de los moteles yankis, con habitaciones con entrada individual, dos camas una al lado de otra, y no màs para contar. Limpio, sin bidet, con Internet. Por suerte se nos ocurriò contratar con 7 cenas el tour, puesto que este hotel, el CAMPANILLE, està a las afueras, y lejos del centro, y con el cansancio que traemos, hubiese sido imposible ir a cenar en colectivo. La comida magra, con un budín de algo que sabìa a pescado, bastante sabroso, y una pieza de carne de corte dudoso con papas fritas. Como la carne Argentina, no hay. Esta era dura, y con un sabor ligeramente a higado. De postre, un tiramisú poco convincente que terminè dejando a Dami.

El tema del idioma, de momento me intimida. No entiendo una sola palabra, y se me complica comunicarme. Por tanto, hablo en castellano, o tiro alguna frasecita en inglés, y que sea lo que dios quiera. Dami dice mucho “merci beaucoup”, y se inclina hacia delante, como si fuese oriental…no sè, creo que tantos kilómetros recorridos le cambiaron la polaridad a sus neuronas…jajaja

Mañana arrancamos a las 6am nuevamente, para tomar el desayuno cuanto antes, con destino a Parìs. Ya nos anticiparon que el desayuno es tan magro como su nombre, petit déjeuner, así de literal. Pues mañana les contaré què tan petit resultó. Por la tarde noche llegaremos a la ciudad luz, donde nos van a ofrecer una excursión opcional para conocerla de noche, o al menos, eso creo recordar.

Bueno, that´s all folks. Mañana serà otro dia, donde esperaré tener Internet y pilas para contarles còmo seguimos con el periplo. Felices estamos, està descartado.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

MADRID

Lunes 22 de marzo:

El día comienza temprano en estos “tours-relámpago”. Tal es así amiguitos, que cuando ustedes soñaban que se caían de la cama o los perseguía algun monstruo, nosotros estábamos en pie.
Bajamos a desayunar, no sin antes arreglarme los pelos parados del dormir y ponerme un poco de pintura ad-hoc.
El desayuno fue veloz, pero delicioso. Habia cuanto quisiéramos: facturas, panes, fiambre, queso de màquina y hasta queso brie!!! Eso nos puso muy contentos! Además jugos varios, fruta de lata, yogures, huevos revueltos, salchichas, pancenta…y antes que pregunten, pues si, nos comimos todo, y además, como buenos argentos, nos llevamos dos sandwichs, y dos yogures, con los que –créase o no- los “goritos” almorzamos.
Llegó la hora de la llamada “visita panorámica”. Es algo así como el bus que pasea a los turistas por Buenos Aires, sólo que aquí se paga como parte del paquete….mmm. En fin, sólo nos detuvieron en la Plaza de Toros, y en una maldita tienda para intentar gastar dinero.
Plaza de toros
Ganamos! No tuvieron éxito. De la Plaza de Toros sólo puedo decir que el exterior es muy bello, y que lo que ocurre dentro es una barbarie que no comparto. Por suerte, el día de Toros fue ayer, porque honestamente no confío en mi cordura para con la gente que allí asiste.
La visita panorámica es una visita en bus, bastante a las corridas, por Madrid, donde te dicen…"por la derecha tal, por la izquierda cual”… es decir, si está a la derecha, yen el bus te tocó a la izquierda… A JODERSE! Así y todo, fue un lindo recorrido por lo
más notorio: el Ayuntamiento, la Cibeles, el Neptuno, puerta de Alcalà.
El Neptuno
Puerta de Alcalá

Luego del fallido intento del guía por hacernos comprar, seguimos camino por nuestra cuenta, y ahí empezo el verdadero city tour por Madrid. Salimos caminando en busca de la Plaza Mayor.
Plaza Mayor
Alli, tomamos muchas fotografias. Habia muchas personas, y sobre todo chicos. Repleto de turistas cada rincón de la ciudad, hablando en italiano, portugués e inglés. Frenamos allí un ratito, y Dami se comió un chocolate con churros. El chocolate lo sirvieron como una especie de brea espesa, no como el que nosotros conocemos, y los churros, son finitos y enroscados, como una letra “e”.
Mercado de San Miguel
De allí una pasada por el Mercado de San Miguel, que es una especie de Mercado del Progreso de Baires, pero mil veces más “topísimo”, todo vidriado y de estructura de hierro, donde venden verduras, frutas, quesos, tapas, y vinos.
Entonces allí la gente se pide una copa de vino, unas tapas en cada puesto, y en el centro uno puede tomar una mesa y sentarse a disfrutarlos. Merced a la falta de tiempo, sólo nos hicimos espacio para tres tapas (tostas), las tres con queso francés... vaya herejía! (brie trufado, roquefort, y uno delicioso que ni el propio tendero supo decir qué era).
Tomamos la calle nuevamente, y nos fuimos a pie hasta el Palacio Real.
Palacio Real
Realmente creo que amerita entrar; la entrada es un poco más costosa que el Prado, pero lo que se ve allí, al menos en nuestro caso, no lo habíamos visto en otras ocasiones: 21 de las dos mil ochocientas y tantas habitaciones del palacio. Una más imponente, exuberante y excesiva en cuanto a decoración y gastos. Techos con frescos, o bien con estuco rococó chinesco, paredes con tapices flamencos, paredes revestidas en seda. Dos de las habitaciones son las que a mi más me llamaron la atención: aquella donde el rey desayunaba -el Salón de Gasparini (por favor, googléenlo, es genial y no se pueden tomar fotos)- y el gran comedor donde se hacen las recepciones. La opulencia y suntuosidad de esos sitios, es indescriptible, y lamentablemente, tal y como en el Prado, no tejan tomar fotos para poder compartir e ilustrar lo que les cuento.


El salón de Gasparini - tomada de www.forocoches.com/foro/showthread.php?t=1922868&page=29 

Saliendo del castillo, en el patio delantero, se pueden visitar la vieja farmacia real, muy hermosa con sus viejos frascos de todo tipo, tubos, y demases, y, un museo de armas y armaduras, muy curioso por cierto. En este ùltimo Damiàn se relamia como un gato…entretando a mí me empezaron a parecer todas muy de metal y muy similares…jaja.
A la salida, almorzamos en los jardines traseros, y, minisiesta de mi parte mediante escuchando pajaritos madrileños, salimos con rumbo al metro.
Si bien el destino era cerca, quisimos tomar el “subte” madrileño, par ver cómo se viaja. Debo decir que huele a cloacas igual que el porteño, con la diferencia de la puntualidad, y la limpieza de estaciones y trenes. Tomamos el metro en la estaciòn Santo Domingo, y combinamos con la línea 1 en la estaciòn Sol, camino a Atocha (nos bajamos en Atocha Renfe, pues en la estación de metro Atocha no está la estaciòn ferroviaria Atocha).
Estación de Atocha
Esta estaciòn de trenes es fenomenal. Por fuera y por dentro, y de esto si tenemos fotos muy preciosas. Es una grandisima estructura, con un techo abovedado y paredes de mamposteria.
Pero el interior es el que se lleva los aplausos, y la atención, porque allì dentro, hay una especie de vivero, con plantas tipo tropicales de grandìsimo tamaño, las cuales son regadas con vapor en forma permanente.

Ademàs un estanque lleno de tortugas de agua.
Si les contamos que estuvimos en una estaciòn de trenes, parece una bobería aburrida, y una pèrdida de tiempo. Pero realmente ésta merece la pena del tiempo de acercarse a verla. Hicieron un trabajo estupendo de remodelación y parece un sitio traìdo desde otro lugar.
A la salida, nuevamente a pie, volvimos para el centro, vimos a la Cibeles por segunda vez en el día, pero esta vez con los pies en tierra, y no sobre un autobús. Anduvimos tanto hoy, que hasta las zapatillas nos hacen doler. Tenemos el cansancio por el cambio de horario, y el madrugón, pero estamos muy contentos.
Estación de Atocha (por dentro)
El plan para dentro de un rato es salir a comer al Meson de la tortilla y/o al Meson del Champiñon, previa pasada por el Mercado San Miguel a por unas tapas y una copa de vino…todo esto si logro despertar a Damiàn, que duerme como un àngel en la cama de al lado, mientras yo tipeo esto para ustedes, y claro està, por supuesto, como recuerdo para nosotros dos.
Mañana dejamos Madrid, con destino Burdeos. Espero allì tener Internet tambièn para poder seguir contàndoles.
Beso!!

domingo, 14 de noviembre de 2010

EZEIZA, BUENOS AIRES y MADRID, ESPAÑA

Sábado 20 de marzo:

Ni bien llegamos, nos “atacaron” las empresas de protección de maletas. Pareciera algo fundamental de hacer, una super seguridad para las valijas. Protección con bolsa plástica: 160 mangos. Que te arranquen la rueda de una de las valijas, no tiene precio (verbigracia, es gratis).
Aeropuerto de Ezeiza 
Entrada triunfal a Ezeiza: una cola FENOMENAL de gente y sólo un muchacho a quien preguntar…si hubiese sido viejo, hasta la hubiese perdonado el fastidio de ser el único que siempre responde las mismas sandeces….pero no, a este no. Respuesta única: "a la fila". Una misma para Roma, Madrid y Miami. A pesar de haber llegado con más de dos horas de antiticipación, nos tocaron los dos asientos del fondo. Y para completar el bingo de comida berreta, fria y recalentada, una azafata con cara de vinagre. La única en el mundo…sisisi, ahí estaba. Le pedimos más bebida, se hizo la sorda. Lo mismo el hielo y el café.Pero todo esto no iba a opacar el hecho que estamos en la otra punta del mundo haciendo este viaje soñado.
Vista desde el Hotel Tryp Gran Vía, en la Gran Via de Madrid
A dios gracias, llegamos a Madrid, y ahora aquí estamos. Nos llevaron al hotel que está perfectamente enclavado en el centrísimo de Madrid, a dos cuadras de la Puerta del Sol con su oso y el madroño, sobre la Gran Via.

Madrid no escapa a la invasión capitalista: al lado del hotel el Mc Donalds, enfrente Starbucks, luego Zara, Dunkin, Burguer, etc. Luego de dejar todo en la habitación, fuimos a cambiar dólares, y nos vendieron a 1.44 de dólar cada euro. Me los han querido vender hasta 1.77.
De allí salimos hacia el MUSEO DEL PRADO. Se puede ingresar gratuitamente, pero la fila era de dos cuadras completas. Asi que elegimos pagar la entrada de 8 euros, para la parte tradicional, lo cual no incluye entrada a exhibiciones extras de lo que exhiben normalmente. Las más conocidas que hemos visto, son las Meninas de Velazquez y los fusilamientos de Goya, la Maja desnuda y vestida que nos dejó sin aliento, la piel de gallina. Tambien el jardin de las delicias, de El Bosco. Todo muy hermoso.
Museo del Prado
Es un poco loco pasar de ver durante años en internet, enciclopedias y libros de arte estos cuadros, y de repente, que se hagan "carne", allí frente a la nariz de uno, tomar dimensión del tamaño, ver la expresión de las miradas de los cuadros, los colores, el detalle de la pintura. Fue una muy buena idea entrar y disfrutar este paseo.
De alli a comer a lo yankilandia: Kentucky Fried Chicken y Mac. Dimos la vuelta al perro, y aquí estamos, en la habitación.
Puerta del Sol
Dami duerme plácidamente, porque está agotadisimo, yo lo mismo, pero estoy chocha que conseguí Internet para contarles el comienzo del viaje. Acá te cobran Internet, los sobres de mayonesa, y el baño…too much! Aguante el tercer mundo!
Veremos qué opino al llegar a París. Creo que enmudeceré de la sorpresa.
Esto es todo por hoy amigos y flia.