viernes, 25 de marzo de 2011

BARCELONA

4 de abril y 5 de abril:

La jornada inició con un riquísimo desayuno frances. Había para elegir de todo, y todo de buena calidad. Tuvimos la suerte que dos compañeros del grupo, viendo la desesperación reinante del grupo por tomar asientos, nos guardaron sitio en los asientos de siempre, los penúltimos del fondo. El aliciente del día era saber que, al fin del mismo, ya no tendríamos que compartir màs con la horda de selfishs.

El camino fue largo, de aproximadamente 700km, y sin paradas para visitas. Sólo nos detuvimos para el uso de los servicios, y para el almuerzo.

Por la tarde, llegamos a Barcelona. El plan del tour, era, como ya contè, ir tocando ciudades, con el objetivo final de llegar a Madrid, para el término del viaje. Estos últimos días, eran sólo de pasada, con poca chance de conocer. Así fue en Niza, que no tuvimos ocasión de ver. En Barcelona, nos hicieron una visita panorámica, por los sitios màs emblemàticos, y 15 minutos para ver la Sagrada Familia, desde debajo del bus. Allí fue que agradecí haber decidido terminar el tour un día antes: esta ciudad es fantástica, y las cosas para ver lo son màs, y no me hubiese perdonado no haberla visitado. El hotel que nos tocò en esta ocasiòn, si bien está alejado del centro, es muy hermoso, con muy buen nivel, super confortable, y muy bien comunicado, con el tranvia, y luego el metro para llegar al centro.

En el hotel, cenamos y dormimos, para hoy hacer las recorridas por nuestra cuenta, a puro metro.

Hoy empezamos el lunes con el desayuno en el Hesperia Sant Just, el hotel designado, en el que decidimos quedarnos por las nuestras una noche màs. A partir de allì, nos subimos al tranvìa, e iniciaron las combinaciones de transporte. La nota de color es que, contratando el hotel por Internet, era más económico que hacerlo por mostrador, razón por la que pedimos la clave de la web, y desde la comodidad de la habitación, recontratamos la misma para el día siguiente. Sólo restó aclarar en el mostrador que querríamos conservar el mismo cuarto.

La primer parada: la Sagrada Familia, segundo round. Esta vuelta, formamos la grandísima fila que había en la puerta, la que inicia desde la fachada trasera, la de la Pasión. Si bien éramos muchísimos, la fila avanzó bastante rápido, y al rato, estábamos dentro, con las audioguías colgadas en las orejitas. Tengo que mencionar que éstas, fueron las mejores audioguias de todas las visitas que hemos hecho. Realmente bien organizada, con las referencias colocadas oportunamente, buenas explicaciones, y muchos datos agregados.

Fachada principal, o de la Natividad, en la Sagrada Familia de Antoni Gaudí
La sorpresa del templo fue al entrar, donde descubrimos que la iglesia no sólo está en construcción por fuera, sino tambièn por dentro!!! Es decir, por dentro está completamente inacabada. Obviamente la caja está completa, pero el interior, está plagado de andamios, máquinas, y todo tipo de materiales que muestran que hoy día están trabajando a todo vapor. El techo de la bóveda, fue concebido como un gran bosque de árboles frondosos, como si fuese un bosque de plátanos, con enormísimos troncos largos y erguidos, que a partir de una altura, y luego de un “nudo” se ramifican, igual que la copa de un árbol. El remate, son las “hojas” de los árboles, que asemejan las de una palmera, dejando huecos entre ellas, en forma redonda, donde pasa la luz suavemente.







Las vidrieras o vitreaux son muy hermosas, con variadísimos colores, y con toda una significancia que no podrìa retransmitir. El total del templo es un gran símbolo, y no hay sitio sin decorar, todo con formas orgánicas, porque el arquitecto, Antoni Gaudí, era un amante de la naturaleza. Esta iglesia, junto con la casa Batlló (o de los huesos) y la Pedrera (o casa Millà), son los más notorios exponentes del Art Noveau Catalàn, llamado “Modernismo Catalan”.

Lo màs impactante a mi parecer, al menos de lo ya construido (luego sin dudas lo serà la gigante torre de Cristo que medirá 170 metros de altura) es la fachada de la natividad, que relata el nacimiento de Jesús. El frente de esta fachada parece hecho de arena, un colosal castillo de arena, riquísimamente ornamentado. Las torres (que son 4 en esta fachada) rematan con cruces decoradas en trencadiz, técnica de mosaico realizado con cerámicas y cristales partidos y ubicados de modo artístico. En el lateral, las torres están decoradas con canastas con frutos, de todos los tipos, y todos los colores. Lógicamente, dependiendo del ojo visor, puede parecer una exageración de ornato, o una genialidad surrealista. Yo soy del segundo grupo, porque me generó fascinación. Creo que es imposible relatar con palabras lo que en una imagen se puede explicar de un golpe de vista, porque a primera vista ya te deja sin palabras. Todo es muy original, y muy natural: las gárgolas (para el drenaje del agua) estàn realizadas con iguanas, víboras, etc. Tambièn hay caracoles, camaleones, palomas, gallinas, tortugas, ovejas, hojas de palmera, enredaderas…me resulta imposible recordar todo y transmitir todo lo que vi en oraciones.

Gaudí sólo tuvo ocasión de ver acabada la fachada del nacimiento de Jesús. Este fue el proyecto que le insumiò casi toda su vida; previo a esto hizo las casas que antes mencionè, y el genial Parc Güell. Vivió durante años allí encerrado, y  hasta pidió dinero èl mismo para intentar ayudar para continuar la obra. Todos sus esfuerzos no fueron suficientes para verla terminada…aún hoy falta muchisimo, dirìa que màs de la mitad de la obra!

Luego de ello, nos llegamos hasta la Casa  Milà, màs conocida como la Pedrera. A Gaudí le encargaron este proyecto, y le dieron “carta blanca” en la elección del diseño. Lo hizo a su gusto, sin una sola línea recta, con balcones ondulantes, con rejas de estilo vegetal, y una azotea genial con sus habituales mosaicos, coronadas por chimeneas que imitan soldados con yelmos, los conocidos como espantabrujas. 











Al conocer la casa el pueblo barcelonés, dijo que parecía una pedrera, o cantera, porque la fachada es muy gris. Pero todo lo que no tiene de color, lo tiene de originalidad. Los invito a que disfruten esta magnífica vista 360º, tomada de la página http://www.360cities.net/



Allí tambien la fila era màs que generosa, y el precio de las entradas, tal como en todas los museos y atracciones de Barcelona, son carísimas. Así que nos decidiimos por visitar por dentro la Batlló y no la Milà.

En la Batllò quedè fascinada, como cuando era nena e iba al Italpark, y todo estaba decorado por donde se lo mire, y me causaba asombro y encanto. La casa, como todas las obras, no tiene líneas rectas, y es una especie de alegoria del fondo del mar, donde todo vira al azulado, y respeta el movimiento de las olas el mar, y los remolinos de agua. Las paredes son curvas, los techos y las aberturas tambièn. Todo hecho a la medida, especialmente diseñado, y absolutamente único. Tambièn únicos son los vitreaux que decoran el frente, las làmparas, el patio trasero, el patio interno…tal como antes dije, creo que es preciso enseñar las fotos para poder entender lo bello del conjunto, que parece salido de una historia fantàstica al estilo Verne. 


Fachada de la Casa Batló




Merece una mención especial la terraza, con las chimeneas que se retuercen y decoran el cielo catalàn, y el tejado del frente, que imita un gran dragón, con sus escamas y la columna vertebral, todo de bellìsimos colores. A las fotos me remito, para que vean con sus propios ojos....








                                                                                                                        
De la casa Batlló, partimos en metro hacia el Parc Güell. Originalmente concebido como una ciudad jardín, que Eusebio Güell encargase a su amigo Gaudí, se vio convertida en un parque abierto al público, luego que el proyecto fracasase económicamente y el ayuntamiento barcelonés lo comprase para el pueblo. Desde la estación, caminamos unas cuantas cuadras, en subida, hasta dar con algo bastante infrecuente: escaleras mecánicas para subir la calle. Las calles son tan empinadas, que sería agotador, una especie de escalada para poder entrar al parque. Una vez dentro, hay varios caminos a seguir, todos rodeados de vegetación, músicos, pintores, y todo tipo de artistas, y como marco, las columnatas, bancas, y decoraciones varias que pensara Gaudi.









Tiene varios accesos, pero el principal es el mas genial. Lo flanquean dos casitas al estilo Disney, según dice la folletería, y si bien no fui al parque de yanquilandia, doy fé que estos son super originales, coloridos y preciosos. Cubiertos de trencadiz, o mosaicos de colores, son –como todo lo que hace Gaudí- muy originales, naturales, curvos y orgánicos. Al traspasar el acceso, una escalinata, con los laterales integramente cubiertos de mosaiqueria, y una serie de tres fuentes, con formas animales; una de ellas, la fantástica fuente con un lagarto (o lagarta, por qué no?) con “piel” de cerámicos de color. 




Entrada Park Güell
En la cima de la escalinata, un patio repleto de columnas dóricas, que rematan en un techo abovedado completamente recubierto de cerámicas, muchas de ellas, vajilla domèstica, que forman figuras como por ej, un pulpo.  Realmente merece la pena la visita. Está repleto de gente que pasea para conocerlo, y otra tanta, lugareña, para descansar, y pasear, tomarse algo, o simplemente, asolearse.  No quiero dejar de mencionar la hermosísima vista que se tiene de la ciudad desde el Park; desde la altura, se pueden distinguir perfectamente a lo lejos  la Sagrada Familia, y el edificio Agbar.

Vista aérea de Barcelona, desde el Park Güell

Estuvimos en Barcelona en días de fiesta: domingo de pascuas, y el lunes 5, feriado tambièn, razòn por la que, a la horda de turistas, se suman los barceloneses que salen de casa a dar un paseo por La Rambla, paseo obligado de la ciudad. Es una calle con una peatonal central, y a los lados (luego de cruzar la calle), los locales. En días de fiesta, en Barcelona sólo se encuentran sitios de comida, bebida y recuerderias. El resto, está “religiosamente” cerrado. Así que nos confundimos en la marea de gente, que, va y viene incesantemente por la rambla hacia el mediterráneo, y de allí de vuelta al centro. Así llegamos hasta el mar, para intentar tomar el funicular, pero estaba realmente trasmano, y lo dejamos pasar. La visita a la Boquería, el mercado màs tradicional de la ciudad, nos quedó sólo en el intento, puesto que merced a las fiestas, estaba tambièn cerrado.

Para cerrar la noche, nos llegamos hasta la torre Agbar, un enorme edificio con forma oval completamente vidriado, que por las noches, exactamente a las 21hs, se enciende por completo, quedando iluminado de azul y grana, los colores del barza. 


Torre Agbar




El plan final quedó en el tintero, porque no teníamos màs energía. En la playa, hay un bar de hielo, donde para entrar te dan trajes térmicos, para soportar las temperaturas bajo cero. Según leímos, todo allí dentro es de hielo. Hubiese estado genial, pero ya no nos respondía màs el cuerpo, y al día siguiente, emprendíamos el viaje en auto.

Barcelona, volveré, y seré millones! Barcelona, me encantaste!

2 comentarios:

  1. Sencillamente, genial! Yo he estado en Barcelona hace poco y me ha encantado poder recordarlo de esta manera tan amena. Un Saludo!

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  2. Hola! No sé tu nombre porque me ha llegado como un comentario anónimo, pero me ha encantado que escribas en mi blog. Por curiosidad...cómo has llegado a unacronica?
    Me alegra mucho que te haya ayudado a recordar tu propia aventura!
    Mariana

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